
Foto de M. Janicki
Una noche del año 2000 salí a cenar con un par de amigos geeks.
En aquella época la gente tenía Internet en casa pero no en los móviles. Yo trabajaba en la universidad y me habían dejado un PDA Compaq con… ¡pantalla táctil y en color! Ahora parece una chorrada pero entonces era lo más, te lo aseguro.
- ¿Probamos a conectar el PDA a Internet a través del móvil? – sugirió alguien.
Resulta que tanto el PDA como uno de los móviles tenían puerto infrarrojos. Los pusimos uno al lado del otro y los configuramos para poder visitar webs desde el PDA. Repito que entonces era algo muy insólito.
Estábamos esperando el segundo plato cuando conseguimos configurarlo todo correctamente.
- Ya está. ¡Estamos conectados a Internet desde un restaurante!
- Sí, ¡y con pantalla en color!
Nos sentimos muy especiales. Nos sentimos los reyes del mambo. Alguien dijo que seguramente éramos los únicos, o de los pocos, en aquel momento en toda Barcelona que estabamos haciendo algo así.
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Hubo un tiempo en el que casi nadie tenía smartphone. Yo era de los pocos que tenía uno, tenía pantalla táctil de color, navegador web, apps nativas… No existía el iPhone ni Android.
Cuando iba en metro era el único que usaba smartphone. Creo recordar que casi nadie usaba el móvil, quizá para leer o enviar SMS pero no era un uso muy continuado.
Yo pensaba: «No saben lo que se pierden», confieso que en plan un poco sobradillo.
Ahora lo original es no usar el smartphone
Diez años después ya no me siento especial cuando uso el móvil en el metro. Ni me siento el rey del mambo cuando miro Twitter en un bar de menús… Me siento como uno más del montón…
Como decía Mark Twain:
Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar.
Así que hace tiempo que reflexiono sobre el uso de smartphones en nuestras vidas.
De hecho, hace tiempo que me di cuenta de que soy un yonqui del móvil.
Quizá tu también. Muchas personas están como yo, completamente enganchados a su smartphone. Lo llevamos encima todo el día, duerme a nuestro lado. Es lo primero que miramos al despertarnos y lo último antes de acostarnos. Lo usamos cuando vamos al baño, cuando viajamos en transporte público, cuando esperamos…
Tim Ferriss al rescate: La dieta baja en información
Hoy en día el bombardeo de información que sufrimos es muy pero que muy grande. Hasta hace pocos años, la mayoría de la información venía de los grandes medios tradicionales: prensa, radio, televisión… Ahora encima se añaden redes sociales, blogs, podcasts, YouTube, WhatsApp…
Estamos infoxicados. Esta palabra está muy manida pero lo define perfectamente: intoxicación por información.
Tenemos que ser muy selectos con la información que consumimos. Tal como dijo Herbert Alexander Simon, premio Nobel de Economía en 1978:
“En un mundo rico en información, la abundancia de información implica la escasez de alguna otra cosa, la escasez de aquello que la información consume. Y lo que consume la información es muy obvio: la atención de sus destinatarios. Luego la abundancia de información crea pobreza de atención.”
Estamos hiperconectados con el mundo pero infraconectados con las personas que tenemos cerca. ¿Os suena la escena de un grupo de varias personas en un mismo lugar todas mirando las pantallas de sus móviles?
Cuando ves que tienes unos kilos de más te pones a dieta, ¿verdad? Pues ante un exceso de información, Tim Ferriss nos sugiere en su libro «La semana laboral de 4 horas» que hagamos una dieta baja en información.
Es imperativo aprender a ignorar o redirigir todas la información e interrupciones que son irrelevantes, no importantes o no accionables.
Ferriss cuenta lo bien que le fue dejar de ver las noticias de la televisión, radio o prensa y nos anima a hacer lo mismo. Yo hace años que no sigo los medios tradicionales. Soy muy feliz y me acabo enterando igualmente de lo más gordo que pasa. Todo ese tiempo que no consumes medios tradicionales puedes usarlo para hacer acciones que te acerquen a tus objetivos vitales.
La misma idea hay que aplicarla también con Internet. Nadie dice que sea fácil pero es necesario para evitar distracciones. En el mundo digital, acumular cosas no supone problema de espacio ni de dinero pero igualmente deberíamos curarnos del Síndrome de Diógenes Digital.
Al final todo se reduce a si tú dominas la tecnología o la tecnología te domina a ti. Cualquier herramienta se puede volver en nuestra contra. Hay que tomar conciencia y elegir la mejora forma de sacarle partido sin que nos domine. Un buen ejemplo es el artículo de Tim Ferriss How to Use Twitter Without Twitter Owning You – 5 Tips.
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En un próximo artículo hablaré sobre cómo dejar de ser un adicto al móvil, algo que yo mismo estoy intentando desde hace una semana (reto que anuncié en el episodio 8: Saber decir no).
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