
Foto de Joe Wolf
Hace años me llamó un amigo que necesitaba dinero.
Era la primera vez que me pedían dinero prestado. Él era de confianza y sólo necesitaba 180 euros. No dudé en hacerlo.
Mi amigo se esfumó.
Entonces desconocía el dicho «Si prestas dinero a un amigo, pierdes el dinero y el amigo». Ahora lo tengo claro.
Por la misma época yo trabajaba en la Universidad. Quería dejarlo para irme a Australia a trabajar de informático. Desde que tomé la decisión, se lo iba contando a todo el mundo. Todos se sorprendían y se alegraban de mi decisión.
Todos menos uno.
Un día coincidí con un conocido que habia dirigido departamentos de informática en grandes empresas. Cuando le conté mi idea me dijo:
«¿Y qué se te ha perdido en Australia que no puedas hacer aquí? Yo tengo contactos y puedo recomendarte en grandes empresas… En unos años puedes ser gerente.»
¿Gerente? ¿Yo? Jamás en la vida me había planteado esa opción.
Al final, no supe más de él. No me recomendó a empresas porque yo no se lo pedí. Pero me hizo dudar de mi proyecto en las antípodas. Tanto, que al final lo descarté y encontré trabajo de informático en Barcelona.
***
Las experiencias anteriores tienen algo en común: en los dos casos me robaron algo.
Después de quince años me duele mucho más que me robaran la ilusión de ir a trabajar a Australia. Creo que hubiera sido una experiencia vital inolvidable y que me habría marcado profundamente.
Podemos aprender tres lecciones de lo que acabo de contar. Primera: a veces es mejor no decir sino hacer. Las personas de acción no van diciendo lo que harán, lo hacen y punto.
Una de mis frases favoritas, atribuida a Woody Allen, dice así:
«Las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas».
La segunda lección es no dejar que te roben tus sueños. Cada uno de nosotros ya tiene su propio saboteador: la Resistencia, aquella parte de nuestra mente que nos impide crecer y alcanzar nuestros sueños. También pone excusas para todo y nos hace procrastinar indefinidamente con tal de no empezar lo que realmente nos importa.
La Resistencia se alimenta del miedo. Steven Pressfield le dedicó un capítulo entero en su libro The War of Art: Break Through the Blocks and Win Your Inner Creative Battles (está en español pero, según algunas reseñas, la traducción es mala).
De hecho, las personas que nos aconsejan que no sigamos nuestros sueños, en realidad lo hacen porque su Resistencia no quiere quedar en evidencia. No pueden permitir que otros logren sus sueños y ellos no.
La última lección es que no nos damos cuenta cuando el saboteador de nuestras ideas es uno mismo. Análogamente, no nos culpamos por derrochar dinero tanto como cuando nos lo quitan. Probablemente he malgastado cantidades de dinero mayores a los 180 euros que nunca recuperé pero no soy tan consciente ni me culpo por ello.
En mi caso, el conocido que me robó mi sueño por ir a Australia plantó la semilla pero fui yo el que la hizo crecer dentro de mí. En última instancia, fue mi Resistencia la que ganó el combate y me hizo tirar la toalla.
Pero lo que hay que hacer es dejar de sabotearse a uno mismo. Como dice Pressfield:
«Cuanto más importante es una acción para la evolución de nuestra alma, más Resistencia sentiremos al perseguirla».
Es decir, más miedo tendremos. Los miedos siempre estarán ahí, más cuando nos afrontemos a grandes retos y a caminos que no hemos andado. No se trata de eliminar los miedos, se trata de aprender a convivir con ellos. Debemos aceptar que los miedos son parte del «pack» y que, en muchos casos, nos indican que vamos por el buen camino.
](http://zetatesters.com/wp-content/uploads/2016/03/aprender-a-vivir-con-los-miedos.jpg)
Ilustración de Alex Noriega
Muy buen articulo Carles!
Genial. Genial. Genial.
Carlas, me gusta como me haces recordar que vivir sin miedos no es vivir
Gracias, Valentín.
Qué bonita forma de resumirlo ☺