Ordeno la casa mientras escucho un audiolibro. De repente, veo un lápiz en el suelo. Lo recojo y pienso lo bonito que es. Es de los lápices de toda la vida: negro y amarillo con una goma en un extremo. Lo dejo en el bote de los lápices y bolis, luego sigo con mis tareas domésticas. Me asalta un pensamiento que jamás había tenido: ¿Y si usara un mismo lápiz para crear un único producto?
Pausa dramática.
Ooh. ¿Por qué nunca había pensado algo así? En casa tenemos muchos lápices y rotuladores de colores. Nuestros hijos pintan y dibujan casi a diario. Yo uso lápices para dibujar, anotar o hacer listas. Un lápiz se usa para fines muy distintos. Un lápiz participa en muchas actividades y proyectos. ¿Pero un mismo lápiz para un solo proyecto? Sospecho que puede ayudarme a centrarme mucho más. El lápiz me recordará a diario que tengo que dedicar tiempo a ese proyecto.
La verdad es que quiero publicar un cuento para niños. Mi objetivo es crear un producto que guste a los niños. En casa tengo dos beta testers, uno de tres y otra de cuatro años. Si les gusta a ellos, quizá les guste a otros niños y niñas. La idea de crear un cuento infantil me ronda por la cabeza desde hace meses.
Voy a hacer algo que jamás he hecho. Voy a buscar ese lápiz que he recogido hace un rato y lo voy a guardar celosamente. Ese lápiz solo lo usaré para crear mi primer cuento infantil. Será para escribir el texto, hacer bocetos, crear los personajes y dibujar los escenarios. No lo usaré para nada más.
Para ver cómo van mis progresos tendré dos claros indicadores. Primero, la cantidad de cosas escritas y dibujadas, lógicamente. Segundo, tomaré una hoja de papel en blanco y la colgaré en mi estudio. Mediré mi lápiz encima de esa hoja y haré unas marcas en cada extremo. Cada cierto tiempo pondré el lápiz en un extremo de la hoja y marcaré hasta dónde llega la punta. La idea es ver cómo el lápiz empequeñece. Intuyo que me hará la misma ilusión que me hace comprobar lo que han crecido mis hijos desde la última vez que los medí.
Te propongo que hagas lo mismo. Elige un lápiz y úsalo sólo para uno de tus proyectos. Uno de esos proyectos que querías hacer pero que nunca empezabas… hasta hoy.
Me parece una idea genial!
Mola la metáfora de cómo el lápiz se va a ir convirtiendo en «el proyecto» dejando de ser lápiz en el proceso.
Cuando acabes, igual no hay lápiz como tal, pero sí el cuento escrito con el mismo.
Me recuerda a un relato que escribí hace años sobre un folio en blanco 😉
Gracias. ¿Ese relato lo tienes publicado?
Pues la verdad es que no…
Pero lo podría poner en el blog y abrir una sección de relatos. Tengo pocos, pero alguno hay por ahí.
Ya lo he localizado en mi disco 😀
Lo repaso y si lo publico, te lo enlazo por aquí
¡Muy buena idea, si señor!
Me la apunto, pero en mi caso que uso el PC para «crear» tendré que averiguar algo similar … ¿o valdrá dejar un lápiz al lado del PC? Ojalá mis bichos respetaran el lápiz en ese caso, lo más probable es que me lo arrancaran de las manos 😀
A lo mejor puedes usar el lápiz para hacer cosas previas a la faena con el ordenador. ¿Tiene sentido en tu caso?